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J.F.K. LA MUERTE DE UN PRESIDENTE ¿CASO ABIERTO U OLVIDADO?

Por sector91 de julio de 20239 de julio de 2023Noticias

¿Quién fue John F. Kennedy?

John F. Kennedy Presidente 35.º de los Estados Unidos
MADRID, A 11 DE JULIO DE 2023.
SERGIO FARRAS, ADMINISTRADOR PRINCIPAL.

Personaje fascinante y contradictorio, John F. Kennedy es uno de los políticos estadounidenses más recordados de la segunda mitad del siglo XX. Tras convertirse en el primer católico que accedía a la presidencia de Estados Unidos, impulsó una política de reformas destinadas a recuperar para su país la primacía mundial, puesta en duda por los éxitos espaciales soviéticos. Sus proyectos políticos quedaron truncados por su asesinato en 1963, un magnicidio cuyos móviles nunca han quedado del todo esclarecidos y que ha dado lugar a múltiples conjeturas. La prematura muerte del presidente (cuya familia ha estado rodeada de un aura de fatalidad, pues diversos de sus miembros fallecieron en circunstancias trágicas) contribuyó a otorgar a su figura un carácter mítico.

ENTREVISTA SOBRE EL CASO J.F.K. (Cortesía de Selec Radio)

 

John Fitzgerald Kennedy, el presidente más joven de la historia de EE.UU.

El 29 de mayo de 1917 nació John F. Kennedy. A pesar de una infancia enfermiza y a la sombra de su hermano mayor Joe, John acabó siendo un héroe de guerra y el presidente más joven de los Estados Unidos. Tras su trágica muerte, se convertiría en un mito del siglo XX

La conspiración de su muerte

El Lincoln negro se desliza, casi al mismo ritmo de la carrera de una persona. Va totalmente descapotado, lo que, unido al soleado día en Dallas (Texas), ofrece una estampa inmejorable. Son las 12.30 del 22 de noviembre de 1963.

En la acera que está enfrente de Dealey Plaza, Abraham Zapruder graba toda la escena para estrenar una cámara Super 8 mm que acaba de adquirir. Casi cuando la limusina del presidente se acerca hasta su lugar, la imagen que graba se desenfoca brevemente. Primera detonación. «Oí lo que supuse que era un disparo de rifle. Pensé que procedía de detrás de mí, por encima de mi hombro derecho», recordaría el gobernador de Texas, John Connally, que iba en el coche con su mujer, sentado en la segunda fila de las tres del vehículo. La bala se pierde y golpea en el pavimento.

Segundo disparo. La Super 8 de Zapruder recoge poco después nítidamente el gesto del presidente llevándose las manos al cuello con signos de ahogo y dolor en el rostro. «¡Han disparado a mi marido!», grita Jacqueline. En el asiento de enfrente, el gobernador John Connally parece que tampoco se encuentra bien, está ladeado y también visiblemente dolorido. «Dios mío van a matarnos a todos», exclama, ya empapado en sangre, después de que una de las balas le alcance por la espalda y le salga por el pecho.

Entre la primera detonación y la segunda transcurren apenas cuatro segundos. Todo ocurre muy rápido. Jacqueline intenta en ese momento ayudar a su marido, que sigue ahogándose, mientras el coche avanza todavía bastante lento. Por su parte, el gobernador y su esposa están ya recostados sobre su asiento para evitar la línea de fuego: «Tiré de mi marido hacia mí para protegernos. No vi nada más, solo escuché los disparos».

Unos tres segundos después de la primera reacción del presidente, según el metraje de la cinta Zapruder, una nueva bala impacta brutalmente contra la cabeza de John. Jacqueline, horrorizada, grita entonces: «¡Mi marido está muerto. Tengo su cerebro en mis manos!», mientras intenta salir del coche trepando por la parte trasera. En ese instante, Clint Hill, un agente del servicio secreto, se encarama al coche por detrás y evita que Jackie, fuera de sí, salga del Lincoln.

Solo unos instantes después, el vehículo sale de Dealey Plaza y del objetivo de Zapruder. Varias versiones se pueden ver ahora en internet accediendo simplemente a Youtube.

La pregunta clave: ¿cuántos disparos hubo? La Comisión Warren, que investigó el magnicidio por orden del nuevo presidente, Lyndon B. Johnson, y denominada así porque la presidió el juez del Tribunal Supremo James Earl Warren, dictaminó en 1964 que fueron tres disparos —dos certeros, el segundo y el tercero—, todos obra de un tirador, Lee Harvey Oswald, que actuó solo y era un desequilibrado. Caso cerrado. O no. En 1976, un Comité de la Cámara de Representantes lo reabrió. Tres años después, concluyeron que hubo cuatro disparos, probablemente dos tiradores y, por tanto, una conspiración.

¿Con quién lo hizo entonces Oswald?

Tras el tiroteo, el Lincoln abandonó, ya sí, a toda prisa el lugar. «El resto del camino fui abrazada a John, sujetándole la cabeza para impedir que se le saliera el cerebro», relataría más tarde la esposa del presidente. Después de una frenética carrera, JFK y el gobernador de Texas son sacados del coche a la puerta del hospital Parkland. Aunque no había ninguna esperanza, los doctores James Carrico y Malcom Perry, los primeros en atenderle, por ese orden, no dudaron en intentar lo imposible. Para reavivar el pulso y la respiración decidieron practicarle una traqueotomía aprovechando la herida de la bala en la garganta de Kennedy, la única visible, además del espantoso destrozo de la cabeza. Fue inútil, porque aunque le hubieran devuelto las constantes tenía medio cerebro fuera del cráneo y ya no existía actividad neuronal, como comprobaría el neurocirujano Kemper Clark. Alrededor de 40 minutos después, se abandonó todo intento y se consensuaron las 13.00, hora de Dallas, como el momento de defunción de JFK.

¿Quién mató a Kennedy?

Tras la salida a la luz de 2.800 informes, archivos y documentos hasta ahora secretos (aún quedan 200 en la sombra) y el testimonio de personas que habían permanecido silenciadas, cobra cada día evidencia más incontestable que el asesinato del presidente John F. Kennedy no fue obra de una sola persona.

Los hechos

Tras pronunciar en la mañana del 22 de noviembre de 1993 el que sería su último discurso, Kennedy se dirigió a la Base Aérea de Carswell desde donde se dirigió al aeropuerto de Dallas. Tras un corto vuelo de apenas quince minutos en el Air Force One presidencial, allí aterrizó a las 11:40 para, acompañado de una numerosa comitiva, dirigirse al centro de la ciudad a bordo de un Lincoln X-100 descapotable. Además del chófer y un agente de seguridad, viajan en el coche el gobernador de la ciudad y su esposa y, en los asientos traseros, saludando a la gente que llena y lo vitorea desde las aceras, el presidente y su esposa Jacqueline.

A las 12:30 de aquel mediodía, con un retraso de seis minutos sobre el horario previsto, el coche entra en la Plaza Dealey para enfilar la calle Houston y girar 120 grados hacia la calle Elm en donde, a sólo veinte metros de la calzada, se ubica el Almacén de Libros Escolares de Texas. El giro obliga a que la limusina reduzca significativamente la velocidad que hasta entonces circulaba a unos 50 kilómetros por hora.

En ese momento se produce el primero de los tres disparos que, supuestamente, realizó desde una de las ventanas del edificio Lee Harvey Oswald.

Abraham Zapruder, un ciudadano que filmaba el paso de la comitiva presidencial, captó el momento en el que Kennedy fue alcanzado por dos de los tres disparos. El primero erró al impactar en un semáforo, rebotar en el suelo y herir levemente a una persona que presenciaba el desfile. Tres segundos más tarde el segundo disparo alcanza al presidente por su espalda y sale a la altura de su garganta. Las imágenes muestran como tras la segunda detonación Kennedy aprieta sus manos sobre su cara y su cuello. El gobernador Connally también resultó herido por aquel proyectil.

El tercer y determinante disparo se produce 4,8 segundos después del primero e impacta de lleno en el parietal derecho de la cabeza del presidente. Tras esta detonación, Jacqueline se incorpora y trata de recoger algo en la parte trasera del vehículo. Ese “algo” no era otra cosa que parte de la masa encefálica del abatido.

Tras el tiroteo, el Lincoln se dirigió a toda velocidad hacia el Hospital Parkland. “El resto del camino fui abrazada a John, sujetándole la cabeza para impedir que se le saliera completamente el cerebro”, comentaría posteriormente la esposa del presidente.

Aunque no había ninguna esperanza, los doctores James Carrico y Malcom Perry, los primeros en atenderle, decidieron practicarle una traqueotomía aprovechando la herida de la bala en la garganta. Fue inútil, porque aunque le hubieran devuelto las constantes tenía medio cerebro fuera del cráneo y ya no existía actividad neuronal, como confirmaría el neurocirujano Kemper Clark. Alrededor de cuarenta minutos después se abandonó todo intento de reanimación y a las 13.00 horas de Dallas se hizo oficial la defunción.

Autopsia y funeral

Trasladado en el avión presidencial a la Base Aérea de Andrews, en las afueras de Washington DC, el cuerpo de Kennedy fue conducido al Hospital Naval de Bethesda, en donde tres médicos de la Armada, con treinta oficiales como testigos, le realizaron la autopsia.

El informe final, corroborado por los presentes, concluyó que el herido presentaba una tremenda herida en el lado derecho de la cabeza, otra de aproximadamente catorce centímetros debajo del cuello por encima del lado derecho de la columna, y una tercera herida en la cara anterior de su garganta en el borde inferior de la nuez. El informe del FBI sobre la autopsia fue realizado por los agentes especiales Sibert y O’Neill. Durante la autopsia se realizaron fotos y radiografías, algunas de las que inexplicablemente desparecieron de los informes oficiales.

Tras la autopsia, el cuerpo fue trasladado a la Casa Blanca y una semana después de la tragedia su féretro expuesto en el Capitolio para una vista pública a la que asistieron cientos de miles de personas. El 25 de noviembre tuvo lugar el funeral, oficiado por el arzobispo de Boston, el cardenal Richard Cushing, amigo personal de Kennedy, que había casado a John y Jacqueline, bautizado a sus dos hijos y oficiado el funeral de su hijo Patrick, fallecido quince semanas antes que su padre.

Tras el funeral oficial, que contó con la presencia de representantes de 90 países, Kennedy fue conducido en un armón de artillería tirado por caballos al Cementerio de Arlington, en donde fue enterrado.

Las investigaciones

Lee Harvey Oswald fue detenido ochenta minutos después del asesinato y acusado de la muerte de Kennedy a última hora de la tarde del día 22 de noviembre. Oswald, que desde el primer instante negó haber disparado contra el presidente, nunca fue juzgado porque como el mundo comprobó desconcertado solo dos días más tarde, mientras era trasladado y custodiado por la policía, fue abatido por Jack Ruby. 

Lee Harvey Oswald

Lee Harvey Oswald fue detenido ochenta minutos después del asesinato y acusado de la muerte de Kennedy a última hora de la tarde del día 22 de noviembre. Oswald, que desde el primer instante negó haber disparado contra el presidente, nunca fue juzgado porque como el mundo comprobó desconcertado solo dos días más tarde, mientras era trasladado y custodiado por la policía, fue abatido por Jack Ruby.

La primera investigación oficial del asesinato fue ordenada por el presidente Lyndon B. Johson el 29 de noviembre, sólo una semana después de los hechos. La comisión creada para esclarecer lo sucedido fue presidida por Earl Warren, en aquel momento presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos que extraoficialmente dio nombre al grupo de trabajo: la Comisión Warren.

Tras 10 meses de investigación se hizo público el informe final de la comisión, que concluía que no se habían encontrado evidencias de una conspiración interna o externa que implicara a personas, grupos o naciones, y que Lee Harvey Oswald había actuado en solitario realizando tres disparos con un fusil con mira telescópica Carcano M91 de fabricación italiana.

Sin embargo, ya desde muy pronto se fueron acumulando contradicciones y evidencias que apuntaban a la posibilidad de una conspiración. Entre ellas el fulminante y oscuro final del presunto asesino, la confusa trayectoria y origen de los disparos, el número de éstos, la comprobada inexperiencia del supuesto autor para realizarlos con tanta precisión y el hecho mismo de que Oswald fuera un agente doble de la CIA, como desde entonces sostienen distintos investigadores.

Por otra parte, el FBI fue la primera autoridad en completar una investigación oficial. El 9 de diciembre de 1963, solo 17 días después de los hechos, su informe fue entregado a la Comisión Warren. En él se concluía que sólo fueron realizados tres disparos: el primero impactó en el presidente, el segundo en el gobernador Connally, y el tercero en la cabeza de Kennedy, acabando con su vida.

Y la tercera de las investigaciones oficiales fue la del Comité de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos (HSCA), creado en 1976 para investigar los asesinatos de Kennedy y de Martin Luther King. Sus trabajos se prolongaron hasta 1978 y un año más tarde emitieron su informe final.

En 1979, el HSCA concluyó en su informe que el presidente fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración. El Comité concluyó, además, que no fueron tres sino cuatro los disparos efectuados, uno de los cuales fue realizado por una segunda persona desde un montículo próximo. El Departamento de Justicia, el FBI, la CIA, y la Comisión Warren fueron entonces severamente criticados por su pobre desempeño en las investigaciones llevadas a cabo.

Diez teorías sobre el asesinato de Kennedy que exculpan a Lee Harvey Oswald: «¡Yo no lo maté!»

«No sé nada acerca de eso», insistía el ex marine cuando fue arrestado una hora después del asesinato del presidente de Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1963, sin que nadie le creyera

Con la muerte de Kennedy, Oswald y Ruby –este último fallecido cuatro años más tarde en extrañas circunstancias–, surgía uno de los mayores misterios de la historia del siglo XX. Posiblemente, el que mayor número de teorías de la conspiración ha generado junto a los atentados del 11-S. Y es que los errores en la investigación y las sombras que rodearon a las agencias de inteligencia abonaron el terreno. Desde entonces, la controversia se ha alimentado año tras año con todo tipo de libros, películas y documentales. ¿Pudo un exmarine solitario e inestable que simpatizaba con el comunismo matar al presidente del país más poderoso del mundo en un simple arrebato?

Desde el primer momento todo resultó extraño. Cuenta Arnold van de Laar en ‘El arte del bisturí’ (Salamandra, 2022), que el doctor Paul Peters, compañero de Malcolm Perry, recordó más tarde haber visto en la sala de operaciones a tres hombres, con trajes quirúrgicos verdes, que claramente no formaban parte del equipo médico: «Aunque Oswald estaba intubado y no podía responder, y además llevaba un tiempo inconsciente, muriéndose, y que tenía a tres cirujanos operándole el vientre, aquellos hombres no paraban de gritarle al oído: ‘¿Fuiste tú? ¿Fuiste tú?’».

Las primeras preguntas

¿Por qué aquellos desconocidos insistían tanto en preguntar a un paciente que estaba ya medio muerto? ¿Acaso querían obtener una confesión fuera como fuese? ¿No tenían pruebas suficientes del crimen, a pesar de que todo Estados Unidos ya lo había condenado? De hecho, cuando llegó la ambulancia con Oswald, la multitud reunida frente al Capitolio se puso a dar vítores nada más escuchar la noticia en los transistores. Acababan de asesinar al que todo el mundo decía que era el asesino de su presidente y estaban contentos.

Sin embargo, cuando Oswald fue detenido una hora después del magnicidio en las inmediaciones de la plaza Dealey, no paraba de decir: «¡Yo no he matado al presidente Kennedy! ¡Yo no he matado a nadie! No sé nada acerca de eso». «Murió sin decir una sola palabra», añadió el 24 de noviembre el fiscal del distrito de Dallas, Henry Wade, que tampoco pudo obtener una confesión de él en el lecho de muerte. «Ante mí, Oswald se negó rotundamente a confesar su participación en el asesinato de Kennedy», señaló Wade, que apuntó: «Ellos han muerto con él». La Comisión Warren se había creado un año antes para investigar el asesinato de Kennedy. Examinó 3.154 pruebas y revisó las declaraciones de 552 testigos seleccionados entre 26.550 entrevistados por el FBI. En un primer momento, tras meses de trabajo, concluyó que Oswald había actuado solo. En 1979, sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos estimó que podría existir una conspiración en torno a su asesinato. Esta conspiración se había presentado ya antes en algunas teorías tan sorprendentes cómo estas diez que presentamos a continuación.

Diez teorías sobre el asesinato de Kennedy

—Primera: defiende que el chófer sabía que Kennedy sería abatido por un francotirador e, incluso, que fue este quien lo remató.

—Segunda: apunta a que Oswald no era más que un señuelo político, según el testimonio del entonces director general del FBI, John Edgar Hoover, que ya había denunciado antes del magnicidio que un impostor estaba usando los datos personales de Oswald. No hay que olvidar que el exmarine estaba siendo vigilado por el Gobierno desde hacía tiempo.

—Tercera: barajó la posibilidad de que hubiera habido más de un francotirador. Un hecho que denunció públicamente la viuda de John Connally, el entonces gobernador de Texas, que también resultó herido el 22 de noviembre de 1963. Esta justificó su teoría en el hecho de que su marido había recibido el impacto de una bala diferente a la que mató a Kennedy. A pesar de ello, en un principio, el político pidió públicamente que se apoyaran las conclusiones de la Comisión Warren y que no se hiciera caso a las teorías de conspiración, pero después cambió de parecer y puso en duda la teoría de la bala única del presidente. En 1982, su entonces compañero Doug Thompson reveló que él mismo había preguntado a Connally si estaba convencido de que Oswald había disparado el arma que mató a Kennedy. Su respuesta fue: «Absolutamente no. No creo ni por un segundo en las conclusiones de la Comisión Warren». Al preguntarle por qué no había hablado de esto, añadió: «Porque amo a este país y necesitábamos cerrar ese episodio cuanto antes. Nunca voy a hablar públicamente acerca de lo que yo creo».

—Cuarta: esta hipótesis es todavía más insólita y apunta a que un policía llamado J. D. Tippit, muy parecido físicamente al presidente, fue asesinado ese mismo día para hacerse pasar por Kennedy en la autopsia y que esta obtuviera unas conclusiones muy diferentes, con el objetivo de confundir a los investigadores.

—Quinta: es una de las teorías que más dio que hablar y fue puesta sobre la mesa por la mismísima Jackie Kennedy, la viuda del presidente, que llegó a insinuar que el asesinato de su marido había sido encargado por su sucesor, Lyndon B. Johnson, en ese momento vicepresidente del Gobierno. Su objetivo habría sido evitar que fuera juzgado por cuatro causas que tenía pendientes con la Justicia: violación de contratos gubernamentales, prevaricación, lavado de dinero y soborno. Curiosamente, las investigaciones sobre esta hipótesis fueron cerradas cuando Johnson ascendió a la Presidencia.

—Sexta: es obra de un ingeniero ceutí que, hace una década, publicó una investigación científica con el título ‘Rescate en el tiempo de J.F.K.’. Francisco Javier Carretero López usó los datos de la Comisión Warren, las declaraciones del personal médico del hospital Parkland y las fotografías de la autopsia, así como el análisis de los disparos recibidos por el gobernador Connally, para concluir que «no existió ningún disparo que alcanzara al presidente Kennedy desde el punto de tiro atribuido a Lee Harvey Oswald, ya que este estaba, como él mismo especificó, no en la sexta planta del Texas School Book, sino en la cafetería de la segunda planta del mismo edificio». «Estos resultados científicos son irrefutables, ya que las dos heridas expuestas por la Comisión fueron provocadas al presidente Kennedy por disparos frontales y no desde detrás […]. Ahora, mi único deseo es reunirme con las hijas de Oswald para darles a conocer el resultado y que puedan decir, a partir de ahora, con orgullo, que su padre dijo la verdad cuando afirmó que él no había disparado a nadie y que era un cabeza de turco», añadió.

—Séptima: en 1992, se aseguró que el magnicidio fue obra de la CIA y los servicios secretos estadounidenses, que utilizaron a la mafia y a Oswald como chivo expiatorio. «Desde entonces, no podemos creer en nuestros líderes», aseguró el director de cine durante la presentación de su película ‘J. F. K.’, protagonizada por Kevin Costner y Tommy Lee Jones.

—Octava: esta teoría salpica, incluso, a Israel y defiende que el Gobierno de Tel Aviv no estaba contento con las presiones que ejercía Kennedy contra el programa nuclear secreto que estaba desarrollando, por un lado, y las simpatías que el presidente mostraba hacia los árabes, por otro.

—Novena: apunta a la fotografía que se encontró de Oswald, en el patio trasero de su casa, portando una pistola enfundada y sosteniendo un rifle en una mano y periódicos marxistas en la otra. Esta imagen fue particularmente condenatoria, asegurando que era la misma arma que se utilizó para asesinar al mandatario. En el momento de su detención, el acusado denunció que era falsa y, durante años, se argumentó que la iluminación y las sombras eran incompatibles, que sus rasgos faciales también lo eran con respecto a otros retratos suyos, que el tamaño del rifle no correspondía con la longitud conocida de ese tipo de escopeta y que la postura del exmarine era físicamente imposible porque aparecía desequilibrado.

—Décima: defiende que Ruby mató a Oswald para que no se supiera quién era el verdadero autor intelectual del crimen. El mafioso fue juzgado y condenado a la silla eléctrica en marzo de 1964, pero el veredicto fue anulado por el Supremo de Texas bajo la orden de celebrar un nuevo juicio. Sin embargo, días antes de que se celebrara la segunda vista, se supo que padecía un cáncer de pulmón muy extendido del que nadie supo nada hasta ese momento. Unas semanas más tarde falleció repentinamente por un coágulo de sangre en sus pulmones, aunque los forenses nunca confirmaron si se lo produjo el tumor.

La última confesión de Jack Ruby, el hombre que mató a Lee Oswald y la clave del asesinato de Kennedy

Murió el 3 de enero de 1967, hace 56 años, consumido por un cáncer de pulmón. El día anterior, cuando ya casi agonizaba, mantuvo una conversación –que fue grabada- con su hermano y su abogado en la que reconstruyó paso a paso el día en la Jefatura de Policía de Dallas y mató de un tiro al hombre acusado de matar al presidente de los Estados Unidos

Momento histórico donde Rudy dispara y mata a Oswald

Postrado en una habitación aislada del Parkland Memorial Hospital de Dallas, en Texas, la tarde del 2 de enero de 1967 Jacob Leon Rubenstein sabe que va a morir. Consumido por un cáncer de pulmón, su rostro chupado y su cuerpo fláccido casi en nada permiten recordar al hombre robusto que poco más de cuatro años atrás el mundo entero vio matar de un tiro a Lee Harvey Oswald –el presunto asesino de John Fitzgerald Kennedy- frente a las cámaras de televisión.

A cada lado de la cama hay un hombre sentado y sobre una mesita reposa un voluminoso grabador, del cual sale un cable que termina en un micrófono. El hombre de la derecha se llama Earl Rubenstein y es uno de los hermanos del hombre que casi agoniza; el de la izquierda es Elmer Gertz, abogado del paciente.

Jack Ruby –porque por ese nombre todos conocen a Jacob Rubenstein– tiene 55 años, sabe que sus horas están contadas y ha decidido hablar. Aunque no está muy lúcido, intentará reconstruir una vez más los hechos de la mañana del 24 de noviembre de 1962, cuando mató a Oswald en la Jefatura de Policía de Dallas. Más que de los hechos, que son conocidos en detalle, sus interlocutores quieren que hable de sus motivaciones, que siguen siendo un misterio.

Con el grabador en marcha, el abogado Gertz le pregunta:

-¿Cuándo te diste cuenta de que habías herido a Oswald, Jack?

-Bueno, es todo tan borroso, sucedió tan borroso que antes de darme cuenta estaba en el suelo, los oficiales me tenían en el suelo…

-¿Pero te habías dado cuenta de que habías hecho algo?

-Realmente pasó tan rápido… no puedo recordar qué pasó desde el momento en que llegué al final de la rampa (de ingreso a la Jefatura de Policía) hasta que los oficiales que me tuvieron en el suelo.

-¿Sabías cuándo iban a trasladar a Oswald, Jack?

-Voy a ser honesto contigo, no.

-¿No tenías idea?

-Más tarde me enteré de que se suponía que lo iban a trasladar a las 10:00.

-¿Nunca nadie le dijo que lo iban a trasladar?

-No.

-Entonces, ¿qué te hizo caminar desde Western Union a la cárcel (se refiere a la Jefatura de Policía)?

-Porque cuando llegaba con el auto vi a algunas personas en la rampa y la curiosidad me despertó un destello en mi mente al ver a la gente allí…

-¿Hay algo más en lo que puedas pensar, Jack, algo más que hayas pensado cuando pasabas por allí o bajabas del auto?

-No sé qué pensar, sucedió.

-Quiero que pienses un minuto, ¿qué recordás de cuando llegaste al final de la rampa?

-Sí, lo hice… Como dije, me vino un destello desde el punto en la parte inferior de la rampa y un momento después estaba luchando con los oficiales de policía por el arma. En realidad, no sé qué pasó en ese momento.

-Lo estás haciendo muy bien, Jack. Descansemos un minuto…

Imagen de archivo de Jack Ruby, el hombre que mató a Lee Oswald

EL CASO KENNEDY VISTO DESDE EL SIGLO XXI (2022)

La sorprendente revelación sobre el asesinato de Kennedy que señala directamente al entorno de la CIA

El año pasado (2022), el presidente Joe Biden ordenó la desclasificación de miles de páginas, un total de 7.000 archivos relacionados con las investigaciones oficiales alrededor del asesinato de John F. Kennedy. No son todos los documentos que se esperaba que vieran la luz de una vez por todas porque la CIA ha presionado con fuerza para que algunos sigan siendo secretos, como todavía ocurre.

Hasta ahora el gobierno estadounidense y sus agencias han declarado públicamente que Kennedy fue asesinado por un loco solitario de izquierdas llamado Lee Harvey Oswald quien habría disparado contra la caravana presidencial el 22 de noviembre de 1963 en Dallas. Oficialmente no hubo ningún otro sospechoso. Caso cerrado. Sin embargo, los nuevos documentos hechos públicos por Biden demuestran que eso es totalmente falso.

Un memorando del 22 de marzo de 1977, que ha podido ser consultado por este diario, expone claramente en negro sobre blanco que la CIA sí investigó entre sus filas al sospechar que alguno de sus colaboradores podría haber participado en el magnicidio de Dallas. Por primera vez sabemos que un miembro de la Agencia realizó una investigación que se centró en el entorno de los exiliados cubanos en suelo estadounidense. Redactado por Donald R. Heath Jr., hijo de un importante diplomático de mismo nombre, el documento demuestra que las indagaciones de la CIA se centraron en sus oficinas de Miami.

 

John F. Kennedy, acompañado de Jacqueline, momentos antes de ser asesinado en Dallas
John F. Kennedy, acompañado de Jacqueline, momentos antes de ser asesinado en Dallas

Health asegura en su informe que habló con exiliados cubanos que se convirtieron en sus informadores sobre el caso. No deja de ser curioso constatar que si bien el sospechoso oficial del crimen, Lee Harvey Oswald, era visto como un simpatizante de Fidel Castro, las indagaciones desde Miami se focalizaran en los anticastristas. Nunca se han hecho públicas las investigaciones realizadas por la CIA en este sentido, una línea radicalmente opuesta a la llevada a cabo en esos días por la Agencia alrededor del asesinato del presidente Kennedy.

Una imagen del memorando ahora desclasificado

Los exiliados anticastristas colaboraron con la CIA en algunas operaciones durante los mil días que Kennedy estuvo al frente de la Casa Blanca. El presidente heredó de su predecesor en el cargo, Dwight Eisenhower, una serie de operaciones de guerra sucia en Cuba que tenían como objetivo derribar a Castro. A regañadientes, Kennedy aprobó en 1961 el intento de invasión de la isla que se saldó con el fracaso de Bahía de Cochinos.

Su negativa a enviar apoyo militar a los anticastristas en esa operación montada por la CIA nunca fue perdonado por estos, pese a que en público JFK asumió la responsabilidad del fiasco. El hecho de que Kennedy se negara a actuar militarmente contra Cuba durante la llamada Crisis de los Misiles fue vista como una traición por los anticastristas más radicales.

Health expone también que después del magnicidio de Dallas algunos investigadores del FBI se pusieron en contacto con la oficina de la CIA en Miami preguntando por la posible participación de exiliados cubanos en la muerte de Kennedy. El autor del informe habló con dos de sus informadores allí poco después del magnicidio, a los que identifica con los nombres en clave de AMING-3 y AMBLEAK-1, para que le facilitarán una lista de “todos los cubanos exiliados o estadounidenses-cubanos que consideraran capaces de orquestar el asesinato del Presidente Kennedy en orden de precipitar un conflicto armado entre Cuba y Estados Unidos”.

Kennedy: La última conspiración

Estas dos mismas fuentes también le aportaron los nombres de los exiliados cubanos con dinero suficiente para financiar una operación como la llevada a cabo el 22 de noviembre de 1963. Todavía hoy se desconocen quiénes aparecían en esas listas y si fueron tomados en consideración por otros investigadores. Puede que esos nombres sigan entre los documentos por desclasificar si es que llegan alguna vez a ver la luz.

La bibliografía existente sobre el asesinato de John F. Kennedy es tan abundante como la que se ha dedicado a los escasos mil días en los que fue el presidente de Estados Unidos. Por eso parece difícil poder decir algo nuevo sobre el suceso, volver a revisar las muchas pruebas existentes y los documentos que se desclasifican con cuentagotas.

Sergio Farras, Administrador principal.

 

 

 

 

 

 

 

 

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FALLECIÓ PAESA, EL ESPÍA DE “LAS MIL CARAS”

Un comentario en «J.F.K. LA MUERTE DE UN PRESIDENTE ¿CASO ABIERTO U OLVIDADO?»

  1. Carlos Ramos Gascón dice:
    12 de julio de 2023 a las 18:24

    Un artículo muy interesante que refleja fielmente el clima que rodeó -y sigue rodeando- a este magnicidio.

    Un magnicidio lleno de incongruencias en el que las dos hechos inamovibles fueron que J.F. Kennedy fue asesinado en aquella fecha, y que posteriormente Ruby asesinó a Oswald.

    La confesión de Ruby poco antes de morir es muy difusa y, al parecer, no se le hace la pregunta clave: “¿Por qué Ud. asesinó a Oswald?”

    Un magnicidio, pues, lleno de conjeturas del que aún quedan numerosos documentos (unos 200) clasificados, como consta en el presente artículo. El sentido común apunta firmemente a la teoría de una compleja conspiración de la cual aún pasará bastante tiempo en conocerse la verdad completa. Lo que realmente sucedió.

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