¿CÓMO ES LA VIDA DE UN VERDADERO ESPÍA? (Contiene texto y vídeo)

¿CÓMO ES LA VIDA DE UN VERDADERO ESPÍA?

MADRID, A 28 DE NOVIEMBRE DE 2023
SERGIO FARRAS, ADMINISTRADOR PRINCIPAL.

¿Cuál es el trabajo de un espía? (Introducción básica y rutinaria del día a día)

Un espía es alguien que de manera oculta trabaja para un gobierno con el fin de obtener información estratégica para los intereses de dicho gobierno. Los países disponen de servicios secretos (también llamados de inteligencia ) que tienen la necesidad de contratar a individuos para que realicen acciones encaminadas a conseguir información para garantizar la seguridad nacional.

El Espía es una persona que se dedica a observar o escuchar lo que sucede para obtener información y conocimientos, que transmite a aquel que tiene interés al respecto. Y se conoce como espionaje al conjunto de técnicas y prácticas cuya finalidad es obtener datos de manera encubierta o infiltrada.

ENTREVISTA RADIOFÓNICA SOBRE “COMO ES LA VIDA DE UN ESPÍA” (Cortesía de Ciber Day)

 

Suelen decir los agentes de inteligencia:

Vale para intentar entender por qué alguien decide vivir una doble vida. “Supongo que uno podría verlo así en cierta manera. Hay aspectos de tu existencia que son muy distintos de tu vida diaria normal. Pero uno aprende a vivir con eso”

Obviamente que hay cosas que son diferentes (a un trabajo común). No es un trabajo normal en ese sentido. Requiere de gente con una particular mezcla de destrezas intelectuales, digamos de atributos y habilidades personales que no cualquier persona puede hacerlo.

Conocimientos esenciales de un agente de inteligencia (Espía)

¿Qué tiene que tener un agente de inteligencia día a día?: “El criterio básico es un fuerte sentido de vocación y patriotismo, la curiosidad y siempre ganas de indagación e investigación “innata”. También un fuerte sentido de la ética, se necesita eso, y un claro sentido de cuál es tu propósito y cómo vas a conseguir tus resultados” dentro de la agencia y el operativo cada día.

Los espías deben de tener capacidad de adaptación, (“inteligencia callejera”) y muchas “habilidades sociales”. (Lo que llamamos una buena Inteligencia Emocional y una buena gestión de las emociones e instintos primarios)

  • O sea; ser flexible y disponer de una completa disponibilidad es imprescindible. (Tanto de día, como de noche, como festivos) Mucha autodisciplina y autocontrol.
  • Ser paciente y perseverante, tener la capacidad de trabajar en equipo” también es fundamental”, así como tener un buen nivel de redacción, nivel cultural y ser un gran conversador si procede. Pues todo lo que un agente hace, dice y observa debe ser reportado en sus correspondientes informes normalmente diarios.
  • Algunas cualidades imprescindibles para los agentes de operaciones, está incluido el “compromiso con el servicio, la integridad y la excelencia” y la capacidad de “prosperar en medio de la dificultad” y de asumir responsabilidades. Disponer de recursos y saber salir de situaciones comprometidas sin llamar la atención.
  • Mucho aprendizaje continuado: Valores innatos y aprendidos: valores positivos, dedicación, excelencia, paciencia; Habilidades ganadas: habilidades motrices y mucho auto-conocimiento de uno mismo, etc.

LA CARACTERIZACIÓN (NO DISFRAZ) DE UN ESPÍA

El proceso de caracterización depende del tiempo que tenga que ponerse en práctica el “señuelo”. Así, si por ejemplo ha de mantenerse el personaje o “rol” durante bastantes días, el departamento “especial” prepara un documento en el que se plasman los rasgos físicos más relevantes del agente para que todos ellos se consigan cambiar de aspecto.

Caracterización, NO disfraz

Sí más viejo, pero nunca más joven

  • La edad del personaje es crucial. También decir que las personas de más edad transmiten más confianza, se opta por envejecer a los agentes y nunca quitarles años. También te pueden hacerte ganar unos cuantos kilos, pero hacerte adelgazar es mucho más difícil. Las mujeres, dicen, son mucho más versátiles y reversibles en este oficio (como siempre se ha dicho, esto es algo empírico). Pueden hacerse pasar por hombres, algo que al contrario no suele funcionar muy bien.
  • En todo caso, el objetivo es que pasar por gente corriente y normal, personas lo más comunes posibles para no levantar sospechas. Así, es vital modificar la manera de hablar, de vestir y de comportarse. Incluso la forma de caminar. Todos estos detalles no solo pueden revelar tu identidad, sino también tu procedencia, (incluido el acento lingüístico) ya que, en cada país, aunque no podamos notarlo a simple vista, todos estos rasgos son diferentes. La idiosincrasia que hablamos siempre.
  • De hecho, incluso se llegan a introducir objetos en los zapatos o a vendarse las articulaciones para cambiar el modo de caminar o ser más altos (calzas). Es decir, no es ningún juego de niños meterse en la piel de los otros. En ocasiones, incluso es necesario hacerse un disfraz de “emergencia” para cambiar de apariencia en pocos segundos. Parece fácil, pero el resultado puede ser espectacular.
  • A pesar de la idea de que la mayor parte del espionaje es lo que se conoce como “trabajo de campo”, la gran mayoría de la gente que trabaja para cualquiera de las principales agencias de espionaje tiene trabajos de “escritorio”. No suelen PORTAR armas, a menos que sean específicamente de la peculiaridad y circunstancias del servicio.
  • No los mandan a alrededor del mundo para robar una fórmula súper secreta. Y la mayoría de ellos no usan esmoquin excepto en las situaciones normales donde nadie querría usar uno, como una boda o acto cultural muy puntual. Llegan y hacen su trabajo, y luego se van a casa con sus familias al final del día. Muchas de estas personas son contratadas por sus habilidades (sobre todo informáticas en este siglo XXI) que tenían antes de comenzar a trabajar para cualquier agencia. Los espías que trabajan en el campo deben someterse a un entrenamiento en lo que se conoce como “arte de campo”. Esto implica cosas como usar armas, (si lo precisa el operativo), realizar entrenamientos constantes, reconocer cuándo alguien te está siguiendo (o aprender cómo seguir a alguien) y aprender a colocar vigilancia electrónica y otras muchas más cosas: técnicas y humanas). Incluso entonces, sin embargo, la mayor parte del tiempo estos “espías” esperan que pase algo, y esas “cosas” a menudo no son muy importantes por sí mismas.
  • Los espías en gran parte se dedican al “oficio” de ver e interpretar los patrones, y para ello obtienen capacitación y experiencia simplemente por estar en el trabajo día tras día. El entrenamiento de espía, por tanto, es mayormente trabajo en el aula de clases y estudios realizados antes de presentar una solicitud a cualquiera de los diversos organismos de espionaje. (tanto gubernamentales como corporativos).
  • El espía del “día a “día”, aprende un poco acerca de que todo continua y avanza progresivamente. De esa forma, cuando tu objetivo diga algo como: “Dios mío, adoro todo acerca del surrealismo de Dalí y su gran obra y legado “, podrás entrar en conversación y coloquio con algo pertinente y referente al tema, para sostener la conversación y llegar más lejos. Mientras más sepas a nivel de cultura general, más podrás seguir y acercarte a potenciales fuentes de información.
  • Hay que leer libros de no ficción sobre espías y espionaje. Basar todo tu conocimiento de espionaje en las tradiciones de James Bond no te llevará demasiado lejos en el mundo real. Son divertidas, pero no realistas. Hay que escoger libros y sitios web que detallen lo que los espías reales aprenden y ponen en práctica cotidianamente. Los programas y algunos documentales de TV pueden ofrecer algunas ideas, pero hay que tomar todo lo basado en ficción con “pinzas” y con mucho escepticismo.
  • Escóndete a plena vista. El objetivo número uno de un espía es mezclarse. No trates de usar una “ropa de espía” con un traje elegante y gafas oscuras. Ten diferentes vestuarios para diferentes lugares y situaciones. Ponte una ropa oscura y sucia si quieres vigilar una cafetería punk, pero lleva un bolso de mano y una cámara si quieres mezclarte con un grupo de turistas.
  • Si no estás al tanto del “look” de determinado escenario del operativo, aquí es donde te echas hacia atrás con tu trabajo diario y poder fracasar en la misión. Sólo eres una persona tomando una taza de café después del trabajo. Tienes tu periódico, tienes tu maletín o bolsa y nada tiene que ser sospechoso. Se suele también completar un “guardarropas de espía” con todos los accesorios diarios necesarios. (en maleta, en bolso, o en el maletero del propio vehículo que lleves) Se recomienda cambiar de vehículo, ir rotándolo con otros modelos, gamas y colores.

SITUACIONES COTIDIANAS DE OPERATIVOS DE ESPIONAJE CLÁSICOS

  • A veces hay que orinar en una botella en el vehículo en una vigilancia pasiva. (Un clásico ejemplo).
  • Comer lo que lleves encima, o simplemente no comer.
  • Ojo con el fumar: delata nuestra posición y reduce la visibilidad.
  • Puedes estar más de 12 horas en la parte trasera de tu vehículo con cristales tintados sin salir de él. (ESO EXIJE MUCHA RESISTENCIA MENTAL Y FÍSICA).
  • Si falla el relevo, por cualquier circunstancia, has de “doblar turno”. Nunca se puede abandonar el operativo.
  • Aguantar climatologías extremas a veces. (Tanto en invierno como en verano)
  • Estar siempre atentos por una posible contra-vigilancia.
  • Llevar en el brazo una barra de pan (pensarán que vives en el barrio)
  • Pasear con un perro (no muy grande) que igual tus compañeros te lo han traído en una furgoneta expreso para ello)
  • ¡Ir con mucho cuidado con conserjes, personal de limpieza y jardineros! (Es su zona habitual de trabajo también del día a día)
  • Mucho cuidado si hay un colegio, guardería, gimnasios o salas de actos en los alrededores donde vigilar, pues a ciertas horas se colapsa con vehículos particulares reduciendo visibilidad y operatividad.
  • Si vas con compañero o compañera, o permanecer siempre juntos, hacer y seguir el operativo cada cual “por un lado”.
  • Evitar en la medida de lo posible las “clásicas” gafas de sol, suelen llamar demasiado la atención en la mayoría de las circunstancias.
  • ¡Ojo! Con las FCSE, probablemente no sepan que estás en una misión. E identificarse siempre es un “hándicap”.

FRASE DE UN EX-AGENTE

“No recuerdo en qué momento de mi vida me di cuenta de que ciertos episodios ocultos, en los que había participado directa o indirectamente, merecían ser contados o escritos; a partir de entonces fui poco a poco hilando el relato que sigue y construyendo, con el recuerdo preciso de quien tuvo que memorizar tal vez demasiados detalles, una zona necesariamente en sombra de la historia del espionaje contemporáneo institucional y de base de este complejo mundo del espionaje”.

Los espías también son enfrentados a una serie de retos de carácter lúdico, donde se ven «obligados» a trabajar de forma cooperativa, exprimiendo al máximo su ingenio, astucia y creatividad para resolver los conflictos y situaciones planteadas del servicio u operativo del día a día.

Ventajas de trabajar con otros compañeros agentes

La experiencia y habilidades de los diferentes agentes enriquece la del grupo. Pueden atacar y enfrentarse a problemas mayores que como individuos solitarios. Aumento y Mejora de la Comunicación entre los agentes (sobre todo en los de campo).

Mejora de Competencias tanto Individuales como Grupales propiciando situaciones para el Entrenamiento en resolución de Problemas. Pueden comprender completamente el proceso a mejorar, pues el equipo se “autosoporta” y coopera en los proyectos y misiones asignadas.

Y claro… La experiencia y habilidades de los diferentes agentes enriquece la del grupo:

  • Pueden atacar problemas y situaciones mayores que como individuos “solitarios”.
  • Mejora de la imagen de la agencia ante el espía.
  • Fomento de la cohesión de grupos de trabajo.
  • Aumento y mejora de la comunicación entre los agentes.
  • Mejora de Competencias, tanto individuales como grupales, propiciando en situaciones compleja y, hasta peligrosas, para el entrenamiento en solución de problemas y situaciones de riesgo y crisis.
  • Pueden comprender completamente el proceso a mejorar día a día con un aprendizaje continuado. (las cosas cambian cada día).
  • El equipo se auto-soporta y coopera en los proyectos. (como un todo)

El código del buen espía: discreto, eficaz y honrado

El servicio de inteligencia español es una “institución singular”, como reconoce el propio código, y relativamente joven: nació en el año 2002 a partir del antiguo CESID (Centro Superior de Información para la Defensa); y sus agentes proceden de orígenes diversos: las Fuerzas de Seguridad del Estado (sobre todo la Guardia Civil), las Fuerzas Armadas y la sociedad civil. Aunque los militares eran inicialmente mayoría, la situación se ha dado la vuelta en los últimos años: los civiles representan ya más del 60% y las mujeres casi un tercio.

Conseguir que un personal de origen y cultura tan heterogéneos comparta un espíritu de cuerpo y se sienta parte de una comunidad con identidad propia es el objetivo de este código, que el general se tenía en mente hace años y por fin vio la luz hace pocos años.

Una comisión de expertos trabajó durante meses en su elaboración, recibiendo sugerencias y analizando derecho comparado, aunque no es fácil hallar modelos a “imitar” extranjeros. Lo más parecido serían las ordenanzas de las Fuerzas Armadas, quizá por la formación militar de muchos de sus responsables. Se estructura en un preámbulo, 17 principios y un epílogo. Es en el primero donde especifica que todo su contenido debe interpretarse “dentro del más estricto acatamiento a la Constitución y las leyes”. Algo obvio. Pero no superfluo.

Tampoco sobra que se recuerde a los espías que, cuando decidan recurrir a “los procedimientos especiales que permite la ley” para obtener información, como pinchazos telefónicos o entradas en domicilios, deben guardar “la debida proporcionalidad, en función del riesgo o amenaza que se pretenda combatir”.

O que, a la hora de elaborar análisis de inteligencia que pueden influir en la decisión que adopte el Gobierno, busquen la objetividad e independencia, incluso de sí mismos, evitando que sus propias “creencias o convicciones afecten a la imparcialidad de sus informes”.

Como se ha dicho siempre en este programa: “la discreción será su principal virtud”, por lo que no sólo “guardarán rigurosa reserva” sobre toda la información que conozcan por su trabajo, sino que “evitarán que su vida profesional trascienda de su entorno familiar más íntimo”. Es decir, se admite implícitamente que su cónyuge sepa a qué se dedica, pero pocos más.

Si la discreción es la mejor virtud de un espía, la vanidad debe ser el peor defecto. Así se deduce de este código que hablamos, que insta a los agentes a renunciar “tanto a dar publicidad a sus éxitos como a defenderse de los ataques más injustos”; y a practicar “la humildad y el espíritu de equipo, sin buscar el protagonismo individual ni el reconocimiento público”.

El código aconseja emplear “con proporcionalidad” métodos como pinchazos o registros. Teniendo en cuenta que los espías manejan fondos reservados, controlados pero opacos, el código subraya “la honradez como principio rector” e insiste en que el uso de recursos públicos “se ajustará siempre a los principios de austeridad y rigor”, empleándolos solo “para los fines previstos” y evitando su “desaprovechamiento y despilfarro”.

La “plena disponibilidad para prestar servicio cuando y donde se les exija”; su sentido de la responsabilidad, aceptando siempre “las consecuencias de su actuación”; o el afán de superación, mediante la formación y el estudio permanentes y continuado, son algunos de estos principios para el buen espía.

Si se cumplieran, los agentes españoles entonces SÍ serían super-agentes: leales, abnegados, íntegros, nobles, generosos y ejemplares.

Todos los principios se resumen en uno: al servicio de España, los espías “obrarán siempre bien”. Quizá porque, llegado el caso, solo a los más honrados se les puede confiar el trabajo más sucio.

El oscuro mundo de las actividades de inteligencia y el espionaje

Las actividades de inteligencia encierran un mundo de secretos donde las traiciones y las venganzas están a la orden del día. Pocas actividades están más rodeadas de preconceptos y prejuicios que las tareas de inteligencia, por ello conviene realizar algunas precisiones.

El mundo de las actividades de inteligencia es un territorio opaco y LA MAYORÍA DE VECES: GRIS, donde la verdad está siempre en una fuga constante y confusa. Los involucrados niegan su participación, las identidades son falsas, los motivos que llevan a las grandes traiciones son diversos y difusos y la desinformación está a la orden del día. Incluso los documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos (uno de los pocos países que revela los secretos de algunas de sus operaciones de inteligencia) suelen ser de valor secundario y estar fuertemente censurados.

Pocas son las auténticas revelaciones “no autorizadas” y suelen ser de escasa relevancia. En los raros casos en que un alto responsable o un agente brinda entrevistas, da testimonios o escribe sus memorias con dichos e información que no son confiables. Sus revelaciones suelen en general ajustarse a la versión oficial de los hechos que quieren difundir sus antiguos jefes o están llenos de falsedades donde el protagonista, en su afán de parecer un héroe, se adjudica hechos en los que no participó u oculta acciones que sí cometió para situarse mejor ante el público y la historia.

Las sagas de las películas del “famoso” James Bond, son un ejemplo de historias distorsionadas del espionaje

Periodistas y escritores que se dedican a los temas vinculados con el espionaje suelen difundir versiones fantasiosas, erróneas o incompletas de los hechos debido a que realmente desconocen cómo operan los organismos de inteligencia, son parte de estos o han sido “intoxicados” por quienes consideran una “fuente” confiable de información.

Después tenemos que, muchos libros de no ficción que se publican sobre el tema son previamente censurados por los servicios de inteligencia involucrados en los acontecimientos, o con los personajes cuyas actividades se relatan en sus páginas. Pocas son las auténticas revelaciones “no autorizadas” y suelen ser de escasa relevancia.

LA “FALSA LITERATURA” SOBRE ESPÍAS

Por último, la visión distorsionada sobre el mundo de la inteligencia se hace aún más opaca debido a los relatos y películas de ficción que se han realizado sobre el tema. Especialmente, sobre operaciones de espionaje.

En la mayoría de los relatos de ficción sobre espías, los agentes suelen ser retratados como hombres o mujeres solitarios, una especie de “francotiradores” que operan totalmente aislados y solo rodeados por enemigos. Ellos son descriptos como aberrantes traidores, sádicos asesinos o heroicos disidentes según de qué lado se encuentre el que relata la historia.

El emblemático agente británico James Bond, por ejemplo, no es más que un sicario con licencia para matar. El 007, en la versión original de los libros escritos por Iam Fleming, terminaba con sus enemigos con un certero disparo de su minúscula pistola Beretta 950, que cargaba tan solo ocho pequeños proyectiles de 6,35 mm. Pero no recolectaba información, no robaba secretos de Estado ni debía enfrentarse a los riesgos de transmitirla clandestinamente a sus jefes.

Los auténticos agentes de inteligencia no recorren el mundo llamando la atención con sus lujosos coches descapotables, no seducen bellas mujeres que parecen salidas de las tapas de la revista Playboy. Tampoco beben los anticuados Martini con vodka (mezclado, no agitado) en los bares más glamurosos del mundo.

Los espías reales suelen adoptar el perfil de oscuros y discretos burócratas, llevan una existencia precaria, agónica, gris y hasta a veces insignificante.

HABLEMOS DE UN CASO REAL

Aunque también hay excepciones donde realidad y ficción se funden en una sola. Por ejemplo: Aldrich Ames, -el funcionario de contrainteligencia de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos-, que trabajo más de una década como doble agente para los rusos y delató a una decena de agentes operativos y colaboradores al servicio de los estadounidenses a sus jefes en Moscú, era un alcohólico que hacía ostentación de un nivel de gastos muy por encima de sus ingresos.

Ames, (este agente de la CIA) había adquirido una propiedad en el estado de Virginia, por valor de cuatrocientos mil dólares pagándola al contado. Sus facturas de teléfono sumaban seis mil dólares mensuales debido a las comunicaciones internacionales que su esposa colombiana realizaba a Bogotá, vestía con ropas caras de marca y confeccionadas a medida que sus colegas en la Agencia no podían costearse. Para colmo de males concurría todos los días al trabajo conduciendo un automóvil descapotable Jaguar que valía más de su sueldo anual de sesenta mil dólares.

No obstante, esas excentricidades de este ex agente de la CIA) que debían haber despertado las sospechas de su superiores, Ames fue finalmente capturado no por sus errores y despilfarros sino por datos provenientes del acceso que la CIA tuvo, en el momento del quiebre de la URSS, sobre las cuentas en la banca suiza desde las cuales el KGB giraba dinero a sus agentes y colaboradores en el extranjero.

Pero, en realidad, el caso de Ames es la excepción que confirma la regla. Los espías más exitosos tratan de no llamar la atención porque su actividad debe desarrollarse en la sombra. Aquello que se dice tanto en el “mundillo” del espionaje:

Para que la mayoría vean la luz, algunos hemos de vivir en la sombra”

Después tenemos otro caso: El caso de Ana Belén Montes

Ana Belén Montes, la espía desconocida en Cuba Exanalista de inteligencia militar del Pentágono, trabajó para el Gobierno de la Isla durante 17 años. Expertos la consideran una de las agentes más dañinas de épocas recientes

Tal es el caso de esta estadounidense de origen portorriqueño: Ana Belén Montes, analista superior de inteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) que suministró a la inteligencia cubana información clasificada del Pentágono y de operaciones de inteligencia estadounidenses en el Caribe desde 1984 hasta su detención en 2001.

¿CÓMO ERA SU PERFIL? Montes era inteligente, callada y discreta, no tenía amigos íntimos ni relaciones de pareja conocidas. Con sus colegas mantenía un trato cordial pero distante, nadie, ni siquiera su familia, traspasaba el muro de su intimidad.

Su trabajo en la inteligencia para la defensa parecía ser su único objeto en vida. Por su conocimiento del régimen cubano se había ganado, en la comunidad de inteligencia estadounidenses, el mote “La Reina de Cuba”. Aunque en realidad formaba parte de la organización de espionaje cubano en Estados Unidos conocido como “la Red Avispa”.

Multidimensionalidad del espionaje

En gran medida, todo lo relacionado con el espionaje, ha vuelto recientemente a subrayar la tensión existente entre polos de interés y el equilibrio entre derechos fundamentales de las personas.

Se trataría de armonizar la relación que se produce entre poder ejecutivo, seguridad nacional y secreto, garantizando un uso adecuado y responsable de la inmensa capacidad de obtención, procesamiento y explotación de información por parte del Estado para alcanzar los objetivos de protección, seguridad y defensa de los intereses nacionales. De ahí que la dicotomía clásica entre secreto y transparencia alcance de nuevo toda su intensidad.

Un comentario en «¿CÓMO ES LA VIDA DE UN VERDADERO ESPÍA? (Contiene texto y vídeo)»

  1. Respecto de este interesante y complejo tema, tratado con destreza por su autor, Sergio Farras, quisiera subrayar que hay diferentes clases de espías.
    En efecto, no es lo mismo un espía que ha sido “doblado” -pudiéndole generar muchos problemas y situaciones peligrosas, en contra de su voluntad-, que un espía “vocacional”, que tiene claro desde el principio su propósito.
    Por cierto, -en un inciso- en mi opinión no es lo mismo, aunque pueden coincidir, un “agente doble” que un agente “doblado” En el primer caso puede haber una voluntariedad que con frecuencia no se produce en el segundo, que lo suele hacer forzado, atrapado, por la situación. Esto da idea de la complejidad del tema.
    Un punto que no siempre se menciona es “el carácter adictivo” que con frecuencia tiene la labor de espionaje y que llevó a Mikel Lejarza, “El Lobo” a declarar en una entrevista en remoto:
    – “Un espía no deja de serlo jamás”.
    Se trata, en efecto, de una labor que imprime carácter, que deja huella tanto en la personalidad del espía como en su entorno, en las pocas personas de su círculo íntimo que conocen su actividad real.
    En mi opinión, el espía vocacional, sobre todo el que actúa como agente infiltrado, tiene -como bien expone Sergio Farras- una constitución mental, y más concretamente: psicofisiológica, especial que le permite una sangre fría, una capacidad de disociación y en fin, un control del estrés, muy superior al de una persona corriente.

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