20 AÑOS DEL HORROR DEL 11-M

MADRID, A 11 DE FEBRERO 2024
SERGIO FARRAS, ADMINISTRADOR PRINCIPAL

Murieron 192 personas y casi dos mil resultaron heridas en el peor atentado en Europa en el siglo XXI

Explotaron diez bombas simultáneamente en cuatro puntos diferentes del tren de cercanías de Madrid

Los atentados del 11 de marzo de 2004, conocidos por el numerónimo 11M, fueron una serie de ataques terroristas producidos en España en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid. Fallecieron 192 personas y alrededor de dos mil resultaron heridas aquel día. Semanas más tarde, una operación antiterrorista localizó a los autores en un piso franco en la localidad de Leganés. Acorralados, los terroristas se inmolaron, matando en la explosión a un policía de élite, con lo que el cómputo global de los atentados ascendió a 193 fallecidos.

Es el mayor atentado de la historia de España y el segundo mayor atentado cometido en Europa por detrás del atentado de Lockerbie de 1988.

 

“El terrorismo lo que quiere es infundir miedo, crear sociedades inseguras, imponer criterios e ideas por la fuerza, es la antidemocracia, es la destrucción de la democracia. Tenemos que tener mucho cuidado al interrogarnos sobre el porqué de los atentados terroristas por una razón, porque nunca hay un porqué que sea mínimamente válido desde el punto de vista ético, moral, cívico o democrático”. Esta es un razonamiento de José Antonio Zarzalejos, director del diario ABC en 2004.

 

11-M: las incógnitas que quedan a veinte años de los atentados de Madrid

Atentado en Atocha
En la estación de Atocha murieron 35 personas. En total, las víctimas fueron 191.

Los primeros minutos de confusión dejaron pronto paso a una certeza: era una masacre. El recuento de víctimas parecía no acabar, el balance final fue de 191 muertos y 1.800 heridos.

Diez bombas hicieron explosión casi al tiempo en cuatro trenes de cercanías repletos de trabajadores y estudiantes de la periferia de Madrid que, como cada mañana, se desplazaban al centro de la ciudad.

La emergencia y el desconcierto inicial dieron paso rápidamente a la ceremonia de la confusión acerca de qué había pasado y, sobre todo, quién había sido.

Pese a que en un principio casi todas las miradas apuntaban a la organización separatista vasca ETA por su largo historial de atentados con bomba en el país, una teoría que fue impulsada con fuerza por el gobierno, ese mismo día comenzó a hablarse de un posible ataque islamista de alguna célula vinculada a Al Qaeda.

Quedaban tres días para las elecciones generales en las que se elegiría al presidente que iba a sustituir al conservador José María Aznar, del Partido Popular, y a nadie se le escapaba entonces que el atentado tendría consecuencias políticas claras.

Hay cierto consenso en considerar que, de confirmarse el origen islamista, la opinión pública vincularía el atentado con el apoyo del presidente Aznar a la guerra de Irak.

No está tan claro si al conservador Partido Popular le beneficiaba políticamente que hubiera sido ETA, aunque cabe pensar que hubiera propiciado cierto sentimiento de solidaridad después de que se posicionara públicamente como azote de esa organización.

Veinte años después todavía permanece parte de aquel ruido mediático principalmente porque, como en cualquiera de los grandes atentados registrados en occidente –véase Nueva York 11S o Londres 7J–, en los de Madrid también existen detalles sin esclarecer, sobre todo si los autores actuaron motu proprio o alguien dio la orden.

¿Qué pasó?

Según la investigación judicial, un grupo de radicales islamistas colocó trece mochilas bomba –tres no explotaron– en cuatro trenes de cercanías de Madrid en la estación de Alcalá de Henares.

El juez Gómez Bermúdez considera que ya nadie cree que ETA está detrás de los atentados.
El juez Gómez Bermúdez, instructor del caso.

Las bombas, que contenían tornillos y clavos para hacer de metralla estaban fabricadas a base de dinamita –conseguida en una mina de Asturias (norte)– y un detonador que era activado por un teléfono celular, en concreto la alarma despertadora.

Las explosiones se sucedieron entre las 7:37 y las 7:40. La primera en la estación de Atocha, donde murieron 35 personas; no muy lejos, en la calle Téllez, perdieron la vida 63; en la estación de El Pozo, 65; y en la de Santa Eugenia, 14. El resto, hasta completar 191, murieron en hospitales víctimas de las heridas sufridas.

Imagen de la polémica bolsa localizada en la comisaría de Puente de Vallecas, emitida por la cadena ABC

Al día siguiente, según la versión oficial, se encontró más bien por casualidad una de las mochilas que no hizo explosión en El Pozo.

La tarjeta SIM del teléfono que había en esa bolsa fue la principal pista que llevó a la policía a un apartamento en la ciudad de Leganés, a las afueras de Madrid, donde se resguardaba la célula islamista que la sentencia de la Audiencia Nacional considera los autores.

Los terroristas inmolados en Leganés dejaron grabadas duras amenazas

El 3 de abril, la policía rodeó a los presuntos responsables. Éstos los recibieron con disparos primero y, en el momento del intento de asalto de los agentes, los ocupantes del piso provocaron una enorme explosión que acabó con sus vidas y con la de un subinspector.

En el apartamento, la policía encontró cintas de vídeo en las que reivindicaban los atentados.

¿ETA?

Monumento Atocha
En la estación de Atocha se erigió un monumento en memoria a las víctimas.
Hasta aquí, el relato es el de los hechos considerados probados por las autoridades judiciales españolas, después de una investigación plasmada en un sumario que tiene más de 100.000 folios y que descarta cualquier vínculo de ETA.

Sin embargo, esa versión oficial en su momento –no tanto ahora– fue fuertemente contestada por determinados medios de comunicación de línea cercana al PP y por el propio gobierno.

Según escribió José María Aznar en su libro “El compromiso del poder”, en el que el mandatario hace un repaso de la época, lo “lógico” era pensar en ETA: “Sabíamos que querían intervenir antes de la campaña”.

Pese a que entre los funcionarios judiciales y policiales que llevaban la investigación oficial fue imponiéndose la hipótesis de los yihadistas, Aznar seguía insistiendo en expresar sus dudas de que hubiera sido ETA incluso tiempo después.

Esa versión fue alimentada sobre todo desde el periódico El Mundo y la cadena de radio COPE –propiedad de la Iglesia Católica– que pasaron años insistiendo en vincular a la organización vasca con los atentados, llegando a acusar a la policía de falsificar pruebas para que nada vinculara al 11-M con ETA.

En la COPE, el entonces periodista estrella Federico Jiménez Losantos llegó a hablar de una conspiración del entonces opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para que su candidato, José Luis Rodríguez Zapatero, ganara las elecciones.

El 14 de marzo de 2004, tres días después de ser golpeados por los atentados, los españoles fueron a las urnas y el candidato socialista fue elegido nuevo presidente, pese a que el PP estaba por delante en las encuestas hasta que ocurrió el atentado.

La conspiración

Uno de los elementos fundamentales de quienes refutan la tesis oficial fue poner en duda una de las mochilas que no fue activada porque supuestamente el explosivo no estaba dentro cuando fue encontrada y sí en la comisaría a la que después fue trasladada.

            Trashorras, el minero que facilitó los explosivos del 11M

Además, el diario El Mundo contaba con las confesiones de José Emilio Suárez Trashorras, exminero condenado por haber facilitado los explosivos de los atentados, y que implicaba no sólo a ETA sino también al PSOE. En 2006, El País publicó una transcripción de una conversación que Trashorras mantuvo en la cárcel durante una visita de sus padres a los que parecía confesarles que había mentido por dinero. Posteriormente, en una reciente entrevista con El Confidencial, el minero reconocía que “lo de implicar a ETA en el 11-M fue una tontería” y aseguraba haber dado versiones “para distraer”.

Por su parte, El Mundo publica un editorial este martes en que se considera atacado ” por no conformarse con la verdad oficial”, afirma haber sabido “reconocer algunos errores” pero dice que su “intención es seguir indagando en la búsqueda de la verdad”.

La gran incógnita

Y aunque la confrontación de versiones mediáticas en torno al caso no ha parado veinte años después, parecen quedar pocas dudas en torno a la autoría de los ataques. Se consideró “evidente” que la masacre fue obra de yihadistas y descartó la autoría de ETA.

Equipos de emergencia
La última gran incógnita está en saber si alguien dio la orden.

Pero aunque el caso ya fue juzgado, aún hay detalles que se desconocen, como quiénes fueron los que llevaron en una furgoneta las mochilas hasta Alcalá de Henares y las colocaron en los trenes o quién es el octavo fallecido en el piso de Leganés.

Entre las incógnitas que persisten, sigue sin estar del todo claro si se trató de un grupo de “lobos solitarios” o respondían a instrucciones de alguna estructura superior.

El profesor Fernando Reinares, investigador del Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos, descarta que fueran unos lobos solitarios y argumenta que el ataque a los trenes fue ideado en la ciudad paquistaní de Karachi por la red al Qaeda.

Los musulmanes extremistas “se rebelan contra el acoso de las grandes potencias”

Reinares, autor de “¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11M y por qué se atentó en España”, defiende que los atentados fueron una represalia contra el desmantelamiento de una célula de al Qaeda en España y no que no fue una consecuencia de la guerra de Irak.

El magistrado de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal que juzgó el caso, considera que no hubo “una orden directa de Al Qaeda de cometer el atentado”, ni en los procedimientos usados.

Y aunque, a una década de los ataques, admite en declaraciones a El País que “no se sabe todo”, considera “un absurdo conceptual” pretender conocer cada detalle de un atentado.

“No se sabe todo ni en este atentado ni en (los atentados de ETA) de Hipercor, ni en la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, ni en la muerte de Kennedy”.

 Incluso 20 años después, siguen recordando cada detalle

“No importa el tiempo que haya pasado desde el día más sangriento de la historia reciente de España. Sus protagonistas involuntarios siguen teniéndolo todo grabado en su mente”.

    Las víctimas del 11M recuerdan aquel día en un monumento

 

Si algo hemos aprendido es que el 11 de marzo de 2004 es uno de esos días que jamás olvidaremos, aunque hayan pasado 20 años. Los siguientes protagonistas vivieron el atentado desde todos los puntos de vista posibles. Estaban dentro de los trenes, en las primeras ambulancias que llegaron, en los quirófanos a donde llegaron los heridos a lo largo de la mañana o en la calle próxima a las vías donde los cristales retumbaron a las 07:40 de la mañana.

Protagonistas involuntarios del día más sangriento de la historia reciente de España, siguen viviendo cada 11-M como si fuera el primero. Las sensaciones, los olores, los gritos y, sobre todo, el silencio, siguen grabados a fuego en sus mentes.

Los condenados del 11-M, 20 años después: expulsados de España y solo tres siguen en prisión

Jamal Zougam, Rachid Aglif, Rafa Zouhier y Abdelilah El Fadual, durante el juicio del 11-M. (Reuters/Pool/Paco Campos)

Más de la mitad fueron devueltos a sus países de origen tras cumplir sus condenas y los principales responsables que no se suicidaron en Leganés seguirán presos hasta 2044

Más de la mitad de los condenados en España por su participación en el atentado del 11-M fueron expulsados a sus países de origen al terminar de cumplir sus condenas y solo tres siguen presos 20 años después de la matanza terrorista que provocó 192 muertos. Según datos actualizados de la Audiencia Nacional a los que ha tenido acceso El Confidencial, los tres condenados que todavía están entre rejas son Jamal Zougam, Otman el Gnaoui –castigados ambos a 42.922 años de prisión– y el minero asturiano Emilio Suárez Trashorras. Este último fue el encargado de vender los explosivos al comando islamista.

Hasta 11 de los 18 mayores de edad condenados por el Tribunal Supremo (alrededor de un 60%) fueron expulsados o extraditados, principalmente a Marruecos, de donde procedían la mayoría de los terroristas. A esta lista, se suma un menor de edad apodado el Gitanillo, uno de los ‘correos’ que usó la trama de los asturianos para transportar el explosivo hasta Madrid. Además, Marruecos arrestó a otros cuatro implicados que fueron juzgados y condenados en el país magrebí, alguno de ellos todavía sigue en prisión, según fuentes de la lucha antiterrorista.

Los principales responsables nunca fueron juzgados porque se suicidaron tres semanas después de poner las bombas en los trenes. Se quitaron la vida con el explosivo que tenían para cometer más acciones al ser descubiertos por la Policía en un piso de Leganés. La explosión mató también a un policía, la víctima 193.

Jamal Zougam. Terminará de cumplir su condena de casi 43.000 años de prisión el 2 de marzo de 2044 dado que en España nadie puede permanecer más de 40 años seguidos privado de libertad. “El último artilugio explosivo fue colocado por Jamal Zougam en el cuarto vagón del tren número 21713, que salía de Alcalá a las 7:14 horas y explosionó a las 7:38″, dice la sentencia de la Audiencia Nacional que luego confirmó el Supremo. También facilitó varias tarjetas de teléfono que “fueron usadas por los miembros del grupo”. Cumple condena en la cárcel de Teixeiro en primer grado, el más duro del régimen penitenciario.

Quiénes eran ‘El chino’ y ‘El tunecino’, los cerebros tras los atentados del 11M en Madrid?

Jamal Ahmidan y Serhane Ben Abdelmajid Fakhet se suicidaron en la vivienda de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés (Madrid)

Quién es quién en los atentados del 11M: los autores de la matanza, dónde están ahora y qué condena les queda por cumplir

Dentro de la célula yihadista que estuvo detrás de los atentados del 11M, entre los miembros más destacados caben destacar dos nombres. Uno de ellos, el de Jamal Ahmidan, alias ‘El Chino’, mientras que el otro es Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, conocido como ‘El Tunecino’.

Natural de Tetuán (Marruecos), fue un ciudadano marroquí considerado como el jefe de la trama que perpetró el ataque terrorista en la capital aquella mañana del 11 de marzo de 2004. Antes de los atentados, no tenía ningún tipo de vinculación con el terrorismo yihadista y se le consideraba únicamente como un delincuente común.

En los meses previos al atentado, en el que murieron 191 personas y 1.587 resultaron heridas, ‘El Chino’ fue protagonista de un incidente que mantuvo con el marroquí Larbi Raichi en un bar de Bilbao, al que le pegó un tiro en la pierna a finales de 2003 por una deuda de narcotráfico. Los policías vascos recogieron tanto el casquillo como el proyectil disparado.

El Tunecino

‘El Tunecino’, cerebro del 11-M, es uno de los cuatro terroristas que se inmolaron  en Leganés

Luego, un estudio del Laboratorio de Balística Forense de la Comisaría General de Policía Científica determinó que ese material recogido por los agentes del País Vasco a finales de 2003 (dos vainas y una bala de 9 milímetros parabellum) pertenecían a la misma pistola que Ahmidan tenía en el piso de Leganés. En ese inmueble, el marroquí se inmoló junto con otros terroristas, cuando los GEOS de la Policía Nacional iban a proceder a su arresto.

Por otro lado, encontramos a Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, conocido como ‘El Tunecino’. Natural de Túnez, también se suicidó junto a ‘El Chino’ y otros cinco miembros de la célula en el piso de la calle Carmen Martín Gaite aquella tarde del 3 de abril de 2004.

¿Por qué los islamistas atentaron en España?

A menudo se relacionan los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid con la invasión estadounidense de Irak y la participación de tropas españolas entre las de la coalición internacional que se desplegaron en dicho país. Sin embargo, cuando Amer Azizi se encontró con Abdelatif Mourafik en la ciudad paquistaní de Karachi a finales de 2001, resuelto a promover un gran atentado en España, faltaban un año y tres meses para que, el 20 de marzo de 2003, cayeran las primeras bombas sobre Bagdad.

Cuando delegados de tres organizaciones yihadistas magrebíes desplazadas de sus bases en Afganistán se reunieron en Estambul en febrero de 2002, optando por trasladar la yihad terrorista a Marruecos y España, quedaba cerca de un año y un mes para que las tropas norteamericanas iniciaran su ofensiva en Irak. De igual modo, fue aproximadamente un año antes del comienzo de las hostilidades en ese país de Oriente Próximo cuando, en marzo de 2002, Mustafa Maimuni, tras recibir instrucciones específicas de Azizi a través de Mourafik, inició el proceso de formación de la red del 11-M.

Bien es cierto que ese proceso culminará, unos cinco meses después de iniciada la contienda armada en Irak, con la incorporación de la banda de delincuentes comunes convertidos en yihadistas cuyo jefe era Jamal Ahmidan, ‘El Chino’. Pero, aun tomando esto último en consideración, no cabe asociar ni la decisión inicial de atentar en España, adoptada a finales de 2001, ni la reorientación operativa de las organizaciones yihadistas magrebíes —que, en febrero de 2002, puso a nuestro país en el punto de mira—, ni el origen, al mes siguiente, del proceso de movilización terrorista que posibilitó formar la red del 11-M y así perpetrar la matanza en los trenes de Cercanías, con los acontecimientos que se desarrollarían en Irak a partir marzo de 2003.

Una mera cronología de los hechos refuta esa asociación entre el conflicto de Irak y los atentados de Madrid. Eso sí, los terroristas se sirvieron de la invasión y ocupación de Irak para justificar la matanza en los trenes de Cercanías. En este sentido, introdujeron una motivación ocasional por medio de la que explicar lo ocurrido de acuerdo con una narrativa favorable a los intereses de Al Qaeda y su urdimbre de terrorismo global. Al tiempo, utilizaron la cuestión iraquí para presentar el 11-M como un éxito.

 

«El 11-M fue una venganza por los golpes de España al yihadismo; Irak, el pretexto»
Una mera cronología de los hechos refuta la asociación entre el conflicto de Irak y los atentados de Madrid. Como exponente de este éxito alegaron, en primer lugar, el resultado de las elecciones generales celebradas en nuestro país tres días después del 11-M, el 14 de marzo de 2004. Ahora bien, tampoco cabe relacionar la decisión de atentar en España con esos comicios, pues la fecha del 11 de marzo estaba señalada desde al menos el 19 de octubre de 2003 y las referidas elecciones no se convocaron hasta el 9 de enero de 2004.

Ahora bien, los atentados de Madrid incidieron sobre el comportamiento político de un segmento de los ciudadanos españoles y, por consiguiente, sobre los resultados de las elecciones generales, en detrimento del PP y en beneficio del PSOE. Sobre este efecto político del terrorismo se han dado interpretaciones antitéticas, pero eso es otra cuestión. Los terroristas, en cualquier caso, trataron de sacar el mayor provecho de la situación creada por el hecho de que la fecha prevista, y en la cual lograron ejecutar sus planes, precedió en sólo tres días a la de la jornada electoral.

En segundo lugar, los terroristas presentaron el 11-M como un éxito alegando el posterior retorno de los soldados españoles que habían sido enviados a Irak durante el año anterior. Apenas habían transcurrido cinco semanas de la matanza en los trenes de Cercanías cuando el entonces nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció la retirada de las tropas que nuestro país tenía desplegadas en suelo iraquí. Fue la primera decisión que tomó una vez asumido el cargo, al cual accedió porque el partido del que entonces era secretario general, el PSOE, obtuvo una mayoría relativa de escaños en el Congreso en las elecciones celebradas 72 horas después de los atentados de Madrid. Aunque esa decisión no fuera consecuencia de éstos, sino de un compromiso público y de una promesa electoral formulados antes de la intervención en Irak, la sucesión de los hechos en tan breve espacio de tiempo generalizó en todo el mundo la percepción de que el Gobierno español cedió ante el terrorismo de Al Qaeda.

En definitiva, responder a la pregunta de por qué se decidió atentar en España requiere, en primer lugar, hacer mención a los deseos de venganza que albergaba el auténtico instigador de la matanza en los trenes de Cercanías, Azizi, como consecuencia de las actuaciones policiales y judiciales españolas contra el terrorismo yihadista que, entre otros resultados, desmantelaron la célula de Al Qaeda en España, la denominada célula de Abu Dahdah, a la que el propio Azizi pertenecía.

Abu Dahdah, la conexión española con el 11-S que no se pudo probar

En estos deseos de venganza contra nuestro país, sus instituciones y sus ciudadanos, coincidió Azizi con otros antiguos integrantes de esa misma célula y más individuos que, sin provenir de ella, se incorporaron a la red del 11-M. En segundo lugar, debe hacerse mención a la reorientación operativa que llevaron a cabo organizaciones yihadistas magrebíes como el Grupo Islámico Combatiente Libio y el Grupo Islámico Combatiente Marroquí después de perder sus bases en Afganistán tras el 11-S, optando por practicar la yihad allí donde residieran sus miembros, lo que supuso un complemento muy importante para la decisión inicial de Azizi.

Aun cuando las causas verdaderas del 11-M haya que buscarlas en el afán de venganza, por un lado, y en el criterio de oportunidad, por otro, si los líderes de Al Qaeda en Pakistán asumieron el proyecto terrorista ideado por Azizi se debió a dos circunstancias intervinientes más. Una, que Azizi, incorporado a las filas de esa estructura terrorista global, alcanzó posiciones de relevancia en la misma hasta convertirse en el adjunto a su jefe de operaciones externas. Otra, que la guerra de Irak ofreció a los máximos dirigentes de Al Qaeda el pretexto para encajar los planes de atentar contra españoles en el marco de su propia estrategia general de provocar divisiones entre las naciones occidentales aliadas frente al terrorismo global, así como en el seno de sus respectivas sociedades.

Osama bin Laden y Ayman al Zawahiri habrían aprovechado el contexto excepcionalmente propicio que ofrecían, en ese sentido, la invasión y ocupación de Irak. Su aprobación de los planes para atentar en Madrid, anterior a la convocatoria de elecciones generales en España, posiblemente tuvo alguna incidencia sobre el modo en que finalmente se ejecutó la matanza del 11-M. Pero, en cualquier caso, Irak no fue la causa, sino un pretexto.

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